AÑO

Montserrat 8 de noviembre de 2015

SOBRE LA OBRA

Acrílico sobre tela de 155×155 cm.

SEQUOIAS DE CIUDAD

Todos vivimos en el bosque. Irremediablemente. Los hay verdes, con vida en el subsuelo, vida en el suelo y vida en el aire.

El bosque está lleno de vida, lleno de sonidos, llenos de color, llenos de olor. Tanto en el día como en la noche. La diversidad enriquece, variedad de especies, lucha entre iguales o sometimiento y resignación.

Este es otro bosque, humanizado, también con vida en el subsuelo (de hormigón), vida en el suelo (de alquitrán) y vida en el aire, sobre todo dentro de las sequoias de ciudad, arboles enormes donde infinidad de individuos viven en sus nidos de forma egoísta.

Este bosque también está lleno de vida, pero en él domina una única especie muy por encima del resto, se trata de la especie pensante, única en el reino. Este bosque está lleno de sonidos también, la mayoría insufribles durante la jornada, también lleno de color, pero normalmente artificial. Más que diversidad hay dominio y exterminación. Somos la plaga y nos enorgullecemos de serlo.  La enfermedad se llama bosque.