AÑO

Montserrat 19 de Abril de 2015

SOBRE LA OBRA

Acrílico sobre tela de 162×30 cm.

NUEVO MUNDO

Si las paredes hablaran, que nos contarían, cuantos sucesos trascendentes o intrascendentes habrán ocurrido, cuál sería la historia más dulce, o la más escalofriante que podría contarnos cualquier piedra de este claustro.

Siempre que entro en un claustro reconozco que la mente se me dispara, no mentiré, es una guerra entre la devoción que siento por los claustros, especialmente los  románicos, la calidad más que espectacular del trabajo de muchos canteros, en una época donde la ciencia no existía en esta parte del mundo y donde los medios eran más bien escasos por no decir nulos.

La gente normal no vivía más de treinta y cinco o cuarenta años, vidas de penurias y mucho sacrificio que fundamentaba la creencia de ganarse una eternidad mejor, imagino. Donde prácticamente vivían en chozas que hoy identificaríamos con las peores chabolas, en unas condiciones más que penosas tanto de salubridad como de simple confort.

Me cuesta mucho entender como alguien puede encerrarse entre cuatro paredes y dedicarse a la oración y al servicio de la fe. Me reconozco terrenal y humano. Igual por mi época, pero lo cierto es que lo único que me motiva es el progreso positivo de la humanidad. Soy de los que piensa que a esta vida se viene a contribuir y a mejorar la especie y de la misma manera que no concibo un ave que se niegue a voltear sus alas, me cuesta más que mucho entender cómo alguien que ha tenido la fortuna de aparecer por este mundo, puede renunciar a vivir para servir a un ente, solo puedo respetar y respeto.

Reconozco que mi padre lo intento, creyente de bien, pero yo siempre digo que Dios no me llamo a mí por ese camino, espero encontrar la luz, de momento la única luz que me eclipsa es la del sol. Soy así de raro. Otros dirán ateo.