La acuarela representa el reencuentro con el pincel tras años de abandono, a 9.000 kilómetros de casa y sintiéndome, por primera vez en mi vida, extranjero y solo. Había que decidir entre comportarme como un turista envolvente y dominador o empaparme del mundo real que se mostraba ante mí, me encontré con la naturaleza en estado puro, y os aseguro que te engancha. Pero sobre todo me impresionaron de una manera salvaje, las inocentes y expresivas miradas de los indígenas nativos, la inocencia de esos niños, la enorme bondad de sus mayores…
¿Cuántas veces al día sonreímos (una sonrisa de verdad, no por compromiso)? ¿Cuántos minutos al año dedicamos a jugar, a pasear, a mirar una puesta de sol? Estamos inmersos en un sistema, en una vida, en la que tenemos muchas cosas, menos tiempo para vivir.