Montserrat 28 de abril de 2013
SOBRE LA OBRA
Acrílico sobre tabla de 80×40 cm.
SAMPEDRO, SAN PEDRO
Soy de los que piensa que hay personas que no deberían morir jamás, tienes la sensación que no acabaron de enseñarte toda su sabiduría. José Luis Sampedro es una de esas personas cuyo ejemplo enriquece la especie y la mejora de forma considerable. Su forma de razonar, de expresarse, de enseñar, de guiarnos, de respetar, hacen que se ganen el privilegio de servirnos de ejemplo eterno, no deberían, bajo ningún concepto, pasar al recuerdo y mucho menos al olvido.
Este cuadro es mi homenaje póstumo a una de esas personas de bien, que falleció el pasado 8 de abril de 2013. Este Santo real, (José Luís Sampedro, por eso llamo al cuadro San Pedro) por sus hechos, con sus palabras, por su lucidez, con esas ganas de trasmitirnos su ansia por vivir la vida en las circunstancias que nos toquen por encima de todo, con esa lucha eterna por dejar un mundo a las siguientes generaciones cada vez mejor, con esas ideas incorruptas tan alejadas de los politiquillos actuales, esos trepas de traje y corbata de Hermes, donde esconden sus miserias ante su evidente falta de valores e incompetencia para perseguir el bien común, estos que todos (pensemos como pensemos) sufrimos a diario, ¿Quién se atreve a decir de un político actual que no es capaz de vender su alma?
Vivimos con el enchufe, el robo sistemático, el B, las comisiones, las cuentas en Suiza. La época en la que los que los pelotazos son normales y están aceptados por personas que siempre parecen coherentes, y donde se le da sentido a la justificación ilógica e injusta de todo esto.
San Pedro ha querido contribuir a abrirnos los ojos a los ocupantes de este mundo. Ahí quedan sus escritos, sus frases demoledoras, hay que pensar sobre muchas actitudes que se dan en el día a día y que nada tienen que ver con la verdadera esencia a la que debería tender la especie humana.
El tiempo no es oro; el oro no vale nada, el tiempo es vida.
Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada.
Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe.
Desde la infancia nos enseñan; primero a creer lo que nos dicen las autoridades, los curas, los padres… Y luego a razonar sobre lo que hemos creído. La libertad de pensamiento es al revés, lo primero es razonar y luego creeremos lo que nos ha parecido bien de lo que razonamos.
Sigamos.