AÑO

Montserrat 10 de febrero de 2016

SOBRE LA OBRA

Acrílico de 100×100 cm.

LA VIRGEN DE LA LAMPEDUSA

Esta imagen llego a mis manos desde el norte de Europa. La sensibilidad y empatia de mi hermana y su marido la convirtieron en felicitación navideña.

Con solo mirarla, me contó su historia, impactante. La instantánea, de forma fluida y continua me narraba una historia que tenía peso y sobre todo poso.

Su realismo, rasgado y a la vez inocente, su lejana cercanía, la potencia e intensidad de su drama, su fuerza, su gran lucha, sus ganas, su gigantesca entereza….. Esa envolvente ecuación hipérbole de una vida muy compleja pese a su juventud…, todo, concentrado en una simple y descuidada imagen.

En definitiva, te atraía, te atrapaba, la mirabas sin permitirte abandonarla, no podía dejarla.

La instantánea refleja lo que por otra parte, es la repetida historia de esta humanidad, repetida una y mil veces a lo largo de los siglos, (porque no aprendemos y sobre todo, no enseñamos).  La escena ciertamente  desmonta y  cautiva, De que no será capaz una madre ante la desesperanza de un hijo.

En este siglo ya casi nadie cree en la aparición de la virgen (cuestión de Fe, claro), pero que es una virgen sino una madre luchadora en su silencio. Creo que esta imagen muestra en verdadera magnitud a una virgen muy humana, nada etérea, una virgen  pura  en esencia, responsable y con criterio.

La virgen que busca el camino, que lucha hasta la extenuación por su causa, la que la hace andar, correr, nadar, trepar, ir y huir hacia lo desconocido, hacia lo que su sentido común entiende por salvación.

Desconociendo las lengua de los lugares que cruza, sin apenas medios, sin incluso fuerza, sin idea cierta de donde acabara, con una fe ciega en la salvación de su niño, con una aptitud y unas ganas que ni el pesado yunque de la deshumanizada Europa logra desanimar, ella sigue, por encima de quien la llama loca y no la entiende, por encima de quien aprovechando la coyuntura la explota, de quien si le apetece la viola y somete, de quien la atormenta cada segundo de su camino, nada de eso la frena, nada de esto la detiene, su lucha solo tiene un objetivo y no se separa de él. Su fuerza es inagotable porque mana de lo más profundo de su alma.

¿De verdad, no hay vírgenes en este siglo?

Mi intención con este lienzo es causar dolor, dolor de conciencia, dolor en el alma, a quien de verdad se detenga, mire y conecte con él.

Zarandear nuestra cómoda incomodidad, menospreciar la aparente suerte que tenemos por estar a este lado y no hacer nada.

He decidido mostrarla renacentista, como una madona, icono de época, pero vista en el XXI cruel.

Ella, color suave, pálida pero iluminada, exhausta pero en paz con su conciencia, humana, bajo el raso azul de la noche (color liso turquesa casi puro, como la bandera que nos une), coronada virgen  por las estrellas  “purpura” del “santo poder”, del intratable ser superior “Europa”.

Tras ser rescatada de su alucinante, largo, incomodo, sucio, frio e incomprensible viaje en patera, a pie, sin ningún brillo después de los desgastados caminos recorridos. Solo brillan y resaltan los colores purpura de la seguramente esterilizada y pulcra “manta térmica” europea, “made in China”, que la protege.

Aislada, en una cerrada noche de una playa incierta, ante la soledad y segura indiferencia de los seres superiores que por aquí habitamos, pero bajo la certeza, en su creencia de estar logrando su ansiado y deseado Fin.

Exhausta y cansada, entiende pero no comprende porque su lucha no ha acabado…, cree haber llegado y solo ha empezado, pero ahora lo inmediato, debe alimentar al retoño, un “potito frio, seguramente de Nestle” es suficiente, aún quedan “almas angelicales” en el ”Edén europeo”, en forma de ONG entre las tortuosas arrugas del poderoso reino del Euro en crisis.

Ella, agotada y cansada, a no sabe cuántos kilómetros de los suyos, aun aturdida y ensimismada espera…….

Quien dijo que ya no quedan vírgenes, Esta lo es.