Montserrat 15 de agosto de 2022
SOBRE LA OBRA
Acrílico de 120 x 120 cm.
Acrílico de 130 x 130 cm.
El 63, mi tren
Andaba corriendo con la lengua fuera, cuando alguien se me acerco y me dijo, “no elegimos las cartas que nos dan, pero si la manera de jugarlas”. Yo creo que las cartas que nos tocan, dependen bastante de la pareja que nos encargó a la cigüeña, mientras que la manera en que las jugamos, de la educación recibida y de nuestro conocimiento.
Si el destino existe, como llegó a entrever Einstein. Quizás, el tren que nos arrastra y conduce, las vías que recorre y todo su camino, lo tengamos asignado de antemano.
De nosotros depende seguro la velocidad, el disfrute, el aprovechamiento del paisaje, las paradas, los que dejamos que suban, a los que esperamos en el apeadero a veces, aun a sabiendas de la pérdida de tiempo y retraso que ocasionan y quizás, a los que abandonamos por el camino o peor, lanzamos por la ventanilla.
Bueno, todo este cuento para dar sentido al tema de mis dos últimas telas.
Dos momentos de “El 63 es mi tren”.
Metiéndome en el cuadro, su tamaño, la forma…, dicen algunos que son aspectos menores en el peso de la obra. No estoy muy de acuerdo.
Aquí, un mismo tema. Una misma imagen, una idéntica paleta de color. Solo cambia el ángulo de presentar el formato de uno, su tamaño y mis ganas de transgredir a la lógica ortodoxa añadiéndole una cierta tensión.
Uno se me antoja cómodo. Respetuoso con la proporción aurea y con la lógica mental de cualquiera. En realidad, es como mi difunto y añorado amigo Jaume G. Antón siempre me dijo que lo pintara. Agradable, nada transgresor y seguramente “bonito”. Bonito y vendible, me decía. Bonita crueldad
El otro me ha generado dudas desde el primer momento. Una violación voluntaria de los ejes cartesianos, de ese sentido innato de verticalidad que buscamos y poseemos desde que un mono decidido caminar erguido a dos patas.

